La piel separa al organismo del medio ambiente externo y al mismo tiempo permite la comunicación con él. Además de ser el órgano más grande del cuerpo, no es un órgano aislado. Está interconectado con el resto de sistemas, aparatos y órganos de nuestro cuerpo. A veces nos preocupamos más de su aspecto estético que de sus funciones y tenemos mucho que agradecerle.
La piel sana es una barrera contra agresiones externas (mecánicas, químicas, tóxicos, calor, frío, radiaciones ultravioleta y microorganismos patógenos), regula la temperatura corporal, nos protege del sol e incluso es un indicador del nivel de oxígeno de nuestro organismo. Es un órgano imprescindible para mantener un equilibrio hídrico y térmico adecuados. Regula el tacto y nos permite interactuar con otras personas o nuestro entorno; en muchas ocasiones, refleja nuestro estado emocional y a la vez puede informarnos de condiciones externas como el tiempo.
De afuera hacia dentro, se distinguen tres capas de tejido:
• La epidermis. Es la más externa, nos protege frente a toxinas, bacterias y pérdida de líquidos, además, consta de cinco subcapas. Las células de esta capa se unen entre sí por medio de los lípidos epidérmicos. Estos lípidos son esenciales para la salud de la piel, son los que fijan la humedad y crean la capa protectora. Cuando faltan los lípidos, la piel se percibe seca y tirante. La epidermis está cubierta por una emulsión de agua y lípidos (grasas) conocida como película hidrolipídica. Esta película, mantenida por secreciones de las glándulas sudoríparas y sebáceas, contribuye a mantener la piel flexible y actúa como barrera adicional frente a bacterias y hongos.
• La dermis. La dermis es una capa superior gruesa, elástica pero firme, que se subdivide en capa inferior y superior. Contienen tejidos conectivos, receptores sensitivos, raíces pilosas, glándulas sebáceas y sudoríparas, así como vasos linfáticos y sanguíneos, Tiene un gran número de funciones entre ellas, se encarga de nutrir y eliminar desechos, amortigua los golpes externos y ayuda a curar heridas.
• La hipodermis. Contiene células adiposas, fibras de colágeno y vasos sanguíneos. Se encarga de almacenar energías y aislar el cuerpo.
La piel es un órgano vivo en constante cambio. El estilo de vida, las hormonas y factores externos como el sol y los cambios térmicos ejercen un importante impacto sobre la misma. Para paliar los efectos de esos cambios deberíamos incorporar una serie de hábitos ayudándonos de cosmética de calidad, suplementos y nutricosmética.
Dado que la piel evoluciona y cambia inevitablemente, lo ideal es darle los nutrientes y cuidados que necesita para que se mantenga lo más saludable posible según la etapa en la que nos encontremos. Además de etapas, también nos vamos a encontrar otro tipo de circunstancias que van, por ejemplo, desde un período de estrés en el que vamos a necesitar un aporte extra de energía a otras más agradables, como una estancia en la playa en la que debemos cuidar nuestra piel del fotoenvejecimiento provocado por el sol.
Una suplementación adecuada en conjunto con la cosmética tradicional promueven la salud de la piel tanto por dentro como por fuera, logrando el complemento perfecto para lograr resultados mas eficaces.
